Miércoles 10 de marzo del 2010

PREPAREN

No es fácil olvidar la conmovedora historia de Lourdes Porras. Una mujer que siempre fue acosada por los hombres debido a su belleza, que para algunos vecinos de la Colonia Buenos Aires, bien podría hacerse pasar por “gringa” por sus encantos que resaltaban a la vista, y por esos ojos azules que brillaban como dos luceros en el universo.
Lourdes siempre se acompañaba en esa zona brava del perímetro de la Delegación Cuauhtémoc de un “tira”, un elemento de la Policía Judicial del Distrito Federal (PJDF) que acudía unas dos veces por semana a su casa, y según las malas lenguas cuando se dio cuenta que esperaba un bebé la abandonó a su suerte, bajo el pretexto de que lo habían comisionado a Cancún, pero jamás regreso.
Dicen que el tiempo lo cura, y por fortuna así fue… Pronto ese niño fue bautizado con el nombre de Jaime, y con los años se convertiría en todo un personaje de esa zona popular de las colonias Buenos Aires, Doctores y Algarín. Rápidamente ganó popularidad entre sus cuates hasta que fue conocido y reconocido como “El Jimi”, con buenas dotes de “negociador” en el bajo mundo del hampa.
A sus 20 años de edad, logró especializarse en la hojalatería y pintura se convirtió en el rey de los autos siniestrados que adquiría gracias a sus contactos con empresas aseguradoras que le ofrecían excelentes precios, entonces en poco tiempo adquirió una mejor calidad de vida, junto con su madre que, entonces se sentía orgullosa de su hijo que para su edad podría considerarse como un joven “exitoso”.
Pero como suele suceder en estos casos la felicidad no es eterna, y la idiosincrasia del mexicano de no perdonar el éxito de los demás… se hizo presente. Extorsión policiaca, abusos de vecinos, y principalmente envidias de los demás comerciantes que no podían creer lo sus ojos veían: la forma en la que crecía.
Una mañana cuando el sol caí a plomo sobre el negro asfalto de la Avenida Doctor Vértiz, una motoneta en la que viajaban dos jóvenes con gorras beisboleras se acercaron hasta donde caminaba, y sin mediar palabra alguna abrieron fuego, por lo que murió de forma instantánea. Los momentos de gloria que vivía Lourdes se convirtieron en inferno.
Primero lo engorrosos trámites para que le entregaran el cuerpo de su hijo, luego la serie de declaraciones ante el agente del Ministerio Público, y otra vez el abuso policiaco, claro está junto con el respectivo acoso sexual de los representantes de la justicia.
Cansada de tantas injusticias, abusos y corrupción policiaca motivaciones consideradas por los expertos como uno de los riesgos más grandes en todo régimen democrático es que algunos ciudadanos cansados de tantas infamias pretendan hacerse justicia por mano propia.
Lo anterior representa convivir bajo la ley de la selva y en donde se impone el más fuerte sobre los débiles.
La pena que embarga a una madre en estos momentos de dolor y de impotencia debido a que todos los días acudía a la agencia del MP para saber cómo iban las investigaciones en torno a la muerte de su hijo, respuestas que jamás recibió, y si en cambio los abusos de la policía que en muchas ocasiones la tiraban de loca.

APUNTEN

Un buen día se sintió muerta en vida, por la pena que llevaba a cuestas… se refugió en la fe Divina, hasta coqueteo con la metafísica, y en su largo caminar se topó con el espiritismo. Ahí fue cuando tomó una fatal decisión, se haría justicia por propia mano.
Financió sus propias investigaciones, recorrió las guaridas, y se convirtió en ave nocturna quería vengar la presencia de su hijo. Levantó una capilla en memoria de “El Jimi” que está ubicada en la esquina que forman Renacimiento y Barajas en la colonia Buenos Aires ahí permanece de ladrillo rojo barnizado y con cristales cortados balizados.
En el ocaso de su vida, Lourdes empuño un arma larga de esas que se consiguen en el mercado negro, había dado con el paradero de los homicidas de su hijo. Igual que hicieron con su hijo abrió fuego contra uno de ellos. Pasaron algunas semanas, y entonces cayeron muertos otros dos.
De pronto, Lourdes se ausentó unos días ya no la veían caminando por las calles así pasaron seis meses hasta que los vecinos decidieron acudir a buscarla a su hogar, pero sólo escuchaban algunos sonidos extraños, mejor decidían marcharse.
Un buen día un vecino se armó de valor y se presentó a la casa, al ver que nadie respondía forzó la puerta y se topó con una cruel sorpresa: ahí estaba Lourdes, de rodillas, con las manos empalmadas en señal de oración, y con un gesto de dolor. Dicen que murió de tristeza que le provocó el amor eterno por su hijo.
Hoy en día se puede ver levantada esa pequeña capilla en memoria de “El JImi” y de esa mujer valiente que lo dio todo por el amor de madre…

FUEGO

Descanse en paz el ex diputado y amigo Arturo Barajas. Hasta la próxima, con más casos En la Mira…

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